martes, 8 de febrero de 2011

sobre lo sublime

: Sobre lo sublime.
Autor: Longino (atribuido)
Fecha edición: siglo I (aprox.)
Lenguaje: griego

Antes de proceder a la lectura (de estudio o placer) de una obra literaria, solemos leer la introducción, pero nada hay que se aproxime a este tratado sobre lo sublime.
Hay muchos libros sobre técnicas literarias, antiguos y modernos, escritos con la misma buena técnica que comentan, pero en las obras sublimes esa praxis emana del talento y del entusiasmo del autor. Si la fuente de la palabra surgiera de la técnica nos encontraríamos ante un esqueleto, le faltaría la vida, que solo otorga la genialidad de un alma grande.
Como una Venus de Milo, este mutilado trabajo de teoría literaria, es un monumento de la antigüedad ante el que paladeamos viejas glorias, sintiéndonos orgullosos de pertenecer a la especie humana.
Los escritores se extasían, arquitectos frente a la Gran Pirámide, cuándo el autor da forma a las figuras, de pensamiento o dicción, con nobles expresiones y composición elevada, dejando la huella de su talento y su pasión entusiasta.
Oteamos desde sus alturas nuestros renqueantes recursos literarios, pero a la vez, nos abre la posibilidad de superarnos, de ser mejores.
Escaso favor le hago a los deseos de este desconocido Dinisio-Longino, si tras los comentarios no os apresuráis a la lectura de este tratado. No solo explica la forma en que los poetas consiguen que sus obras sean inmortales, sino que nos lleva hasta el espíritu de sus palabras aupándonos sobre si mismo. Es difícil separar la grandeza de la poesía antigua de la de este crítico literario que nos hace participes de su propia pasión.
Homeros, Hesíodos, Platones y Safos desfilan ante nosotros con el esplendor que nos ofrecen las gemas más valiosas talladas por un experto artista y la elocuencia con la que un enamorado joyero nos descubre su tesoro; aquí una irisación de extraños matices, allá un jardín de esmeraldas, haciendo de nuestros ojos las puertas del alma que sueñan ser y no las impúdicas doncellas que son la mayor parte de los días.
Con su estilo sublime, sin pomposidades, nos descubre misterios, claves de interpretación, la oratoria de Demóstenes, la heroica imaginación de Esquilo, el atrevimiento de Tucídides, la obra impresionante de Sófocles; nos explica los versos de Safo en cascada ordenada de emociones, nos lleva de la mano en busca de la inmortalidad y en fin, utiliza el éxtasis de lo real en vez de la persuasión de lo ilusorio para hacernos creer no solo en lo que somos, sino en lo que podemos llegar a ser.

4 comentarios:

  1. Antiguamente las cosas bellas hablaban por si solas los escritos como tu dices tenian un tempo en el que te permitia volar a esos sucesos que narraban . todo tenia belleza pero hoy solo se basa en dinero no en transmitir ideas , no se busca la perfeccion solo se busca el exito y en ese punto surge una inflexion desde la generacion de 98 ( hablo de españa solamente pero es igual en todo el mundo )dime tu una obra inmortal un pensamiento filosofico o una buena opera escrita , pintada o esculpida desde terminada la 1ª gran guerra . Obras buenas las hay pero creadas para legarlas en el paso del tiempo ...?????
    un saludo Rafa

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  2. Y quien querría Hawai05 crear belleza para que los amos del mundo se la apropien?
    Las semillas del arte no fructifican en el páramo actual.
    Este mundo es suyo, pero está vacío y esa nulidad es lo único que legarán.
    Un abrazo

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  3. Discrepo¡¡¡ casi ninguna obra inmortal fué entendida en su tiempo, y la de este no lo serán hasta el mañana.


    eres muy parecido a mi primero Cuasar,contigo ya sois dos los poetas de gran estilo y similar prosa y poesía para nuestro deleite y algaravia.

    un saludo y biemvenido a mi tripulación de mi nao

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  4. acuerdo el desacuerdo.
    Ya mirando desde lejos, no sabemos, lo que del raque salvarán los próximos.

    tripulemos pues, con alegría.

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